miércoles, 24 de mayo de 2017

RUTA 46. ESPECIAL “TENTUDÍA”.



        
    Un año más realizamos la ya tradicional ruta: “Subida al Monasterio de Tentudía”.
            Como siempre quedamos para salir con los vehículos en nuestros emblemático buzón de 4 caminos. A las 7 de la mañana íbamos viajando hacia el lugar de salida, Zafra, con la intención de comenzar la ruta a las 8 de la mañana. 
         La puntualidad de los 22 participantes fue exquisita, aunque con las bicicletas salimos realmente a las 8:30. Hubo que hacer una parada técnica de café con churros para aquellos que a primera hora de la mañana tienen el estómago cerrado. Por cierto, alguno estuvo comiendo churros durante toda la mañana.
            El principal protagonista de la ruta fue el fastidioso viento. Ha sido una de las jornadas más duras referente a dicho efecto meteorológico. Y es que desde que nos pusimos en marcha, el viento era cada vez más intenso. Toda la mitad de la ruta hasta justamente el pié de la subida, nos estuvo dando de costado y en contra. Tanto era así, que nuestro compañero Paco Vila, que aprovechó la jornada para estrenar sus nuevas llantas de perfil alto, estuvo a puntito de poner pie en tierra y retirarse por la imposibilidad de hacerse con la bicicleta. Al final con el apoyo de todos y con la paciencia y fuerza de voluntad de Paco, conseguimos que se mantuviera en el grupo.
            Todo el transcurso del recorrido consistía en atravesar continuos toboganes. Tenían rampas de hasta casi un 9% de desnivel, que provocaban que fueramos perdiendo fuerza, y eso sumado al intenso viento nos hizo mantener un ritmo tedioso y cansino. Después de mucho esfuerzo conseguimos llegar a las estribaciones del puerto. A partir de aquí el viento no era tan molesto. Estábamos protegidos por la falda de la montaña y vimos nuestro sufrimiento un poco aliviado. Alivio que poco iba a durar, ya que una vez alcanzada la localidad de Calera de León comenzábamos la ascensión. A partir de aquí, cada uno ponía su ritmo y para arriba. Había tramos de un 13% y un 14% de inclinación, pero la media general era de entre un 7% y un 9%. Por lo tanto es un puerto bastante llevadero y con algunos pocos descansos que permiten recuperar el aliento.
            Pasado el cruce de Cabeza la Vaca tan sólo quedan 2 Kilómetros para coronar la cima. El paisaje precioso con unas maravillosas vistas y rodeado de pinos. Son 2 kilómetros que pasan relativamente rápidos, ya que, manteniendo un ritmo constante se suelen sobrellevar bastante bien.
            Por fin, detrás de la curva a la derecha se vislumbra la caseta de los repetidores indicio de que estamos terminando la subida. Una vez pasada dicha curva se muestra el monasterio de Tentudía señal inequívoca de que el calvario ha pasado. Bueno, pasado entre comillas.
            Parada habitual para las fotos de rigor y el avituallamiento, con el desánimo por parte de los cafeteros, ya que como suele ser habitual, el bar estaba cerrado. Allí estaban descansando un grupo de senderistas que nos invitaron, de manera jocosa, a unas perrunillas para pasar el mal trago. Evidentemente no podíamos aceptar tan suculento manjar, no estaba bien abusar de la bondad de otros compañeros de ruta, y decidimos comer nuestra fruta y barritas que parece que pasan mejor por los gaznates.
            Recebado de líquidos en la fuente del lugar, y nos ponemos en marcha, ahora para descender. Con mucha precaución comenzamos el descenso, pero disfrutando, por supuesto, de grandes velocidades de hasta 70 Km/h. Y más, porque no se podía coger con las curvas y por el tráfico de coches del lugar. Pero vamos una gozada. Si para la ascensión, se tarda en total, aproximadamente una hora, para el descenso en 5 minutos estamos abajo. Como siempre, justo al finalizar el descenso nos viene de cara la sorpresa ya conocida del rompepiernas peor de la ruta. Un rampón de casi un 9% que te coge con las piernas frías y provoca un cambio de ritmo que te caes con todo el equipo. Las cajas de cambios sonando por que no te da tiempo a poner el desarrollo adecuado y te quedas clavado. Pasas de ir a 55 ó 60 Km/h a 8 ó 10 Km/h y haciendo eses para poder sortearlo mejor. Gracias a que no es muy larga, porque si no sería insoportable.
            Esta es la tónica general del regreso. Seguimos con los cambios de ritmo por culpa de los toboganes, dirección Fuente de Cantos. Lo bueno, este año, ha sido que ahora el viento nos favorecía, y nos empujaba ese poquito para poder superar las rampas con más soltura. Aún así, las piernas ya estaban muy resentidas, y los amagos de tirones y calambres iban aflorando.
            Casi llegando a Fuente de Cantos, Demetrio sufre un pinchazo. Parada que vale para esperar a los más rezagados. Manolo Expósito, Antonio Núñez, Fernando Cordón, Juan Chacón. Manolo nos dice, lo siento mucho pero no voy a parar, porque si me paro no me vuelvo a montar, por lo que les comentamos que continúen ellos a su ritmo mientras reparábamos el pinchazo, y así podían ir más tranquilos.
            Una vez reparado el pinchazo, nos ponemos de nuevo en camino. La carretera se tornaba más asequible, no había tanto repecho y con el viento a favor comenzamos a rodar de manera considerable. En esto que dice uno de los compañeros invitados “Ceferino”, yo tiro para adelante que a las 14:00 tengo que estar en Hornachos. Impuso un ritmo tal, que cuando quisimos darle caza fue imposible. Rodábamos a 44 y 45 Km/h y a él se le veía cada vez más lejos. Cuando la carretera picaba para arriba, se nos hacía más complicado mantener esa velocidad. Para algunos las piernas ya no respondían y había que aminorar la marcha.
           
Al final llegamos a las duchas a la hora prevista. Las 14:00 y Ceferino ya estaba montado en el coche con todo cargado y de regreso a su pueblo. Nosotros, con los deberes cumplidos nos dirigimos a las merecidas duchas.
            A comer nos quedamos 11 miembros de los 22 que participamos en la ruta. Como miembros invitados, nos acompañaron Ceferino, Mero y Manolo Bueno, y disfrutamos mucho como siempre, de su agradable  compañía. Ellos siempre nos obligan a poner un poquito más de esfuerzo a la ruta, haciéndola más dinámica.
            El encargado de la organización  de la ruta fue Manujo, y todo salió a pedir de boca, salvo las duchas del segundo vestuario, que eran con agua fría y no veáis como nos espabilamos. Se nos quitaron todas las tonterías. Las de agua caliente tampoco tenían desperdicio, había que ir salpicándote por que te abrasabas vivo. En fin no sé qué sería peor. Y la comida fue genial.
Con un broche culinario estupendo de postres caseros, en los que Mero, Nando, Manolo, hermanos Silva, Demetrio, Ceferino y los demás que se marcharon no pudieron degustar.
Ya sabéis, para la próxima os quedáis a comer. Echamos unas risas y nos divertimos constando las batallitas.
            


















Texto: Luis Carlos Sánchez.
Fotografía: Club Ciclista Santa Isabel.

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