Un año más realizamos la ya tradicional ruta: “Subida al Monasterio de Tentudía”.
Como
siempre quedamos para salir con los vehículos en nuestros emblemático buzón de
4 caminos. A las 7 de la mañana íbamos viajando hacia el lugar de salida,
Zafra, con la intención de comenzar la ruta a las 8 de la mañana.
La puntualidad de los 22 participantes fue exquisita, aunque con las bicicletas salimos realmente a las 8:30. Hubo que hacer una parada técnica de café con churros para aquellos que a primera hora de la mañana tienen el estómago cerrado. Por cierto, alguno estuvo comiendo churros durante toda la mañana.
La puntualidad de los 22 participantes fue exquisita, aunque con las bicicletas salimos realmente a las 8:30. Hubo que hacer una parada técnica de café con churros para aquellos que a primera hora de la mañana tienen el estómago cerrado. Por cierto, alguno estuvo comiendo churros durante toda la mañana.
El
principal protagonista de la ruta fue el fastidioso viento. Ha sido una de las
jornadas más duras referente a dicho efecto meteorológico. Y es que desde que
nos pusimos en marcha, el viento era cada vez más intenso. Toda la mitad de la
ruta hasta justamente el pié de la subida, nos estuvo dando de costado y en
contra. Tanto era así, que nuestro compañero Paco Vila, que aprovechó la
jornada para estrenar sus nuevas llantas de perfil alto, estuvo a puntito de
poner pie en tierra y retirarse por la imposibilidad de hacerse con la
bicicleta. Al final con el apoyo de todos y con la paciencia y fuerza de
voluntad de Paco, conseguimos que se mantuviera en el grupo.
Todo
el transcurso del recorrido consistía en atravesar continuos toboganes. Tenían
rampas de hasta casi un 9% de desnivel, que provocaban que fueramos perdiendo
fuerza, y eso sumado al intenso viento nos hizo mantener un ritmo tedioso y
cansino. Después de mucho esfuerzo conseguimos llegar a las estribaciones del
puerto. A partir de aquí el viento no era tan molesto. Estábamos protegidos por
la falda de la montaña y vimos nuestro sufrimiento un poco aliviado. Alivio que
poco iba a durar, ya que una vez alcanzada la localidad de Calera de León
comenzábamos la ascensión. A partir de aquí, cada uno ponía su ritmo y para
arriba. Había tramos de un 13% y un 14% de inclinación, pero la media general
era de entre un 7% y un 9%. Por lo tanto es un puerto bastante llevadero y con
algunos pocos descansos que permiten recuperar el aliento.
Pasado
el cruce de Cabeza la Vaca tan sólo quedan 2 Kilómetros para coronar la cima.
El paisaje precioso con unas maravillosas vistas y rodeado de pinos. Son 2
kilómetros que pasan relativamente rápidos, ya que, manteniendo un ritmo
constante se suelen sobrellevar bastante bien.
Por
fin, detrás de la curva a la derecha se vislumbra la caseta de los repetidores
indicio de que estamos terminando la subida. Una vez pasada dicha curva se
muestra el monasterio de Tentudía señal inequívoca de que el calvario ha
pasado. Bueno, pasado entre comillas.
Parada
habitual para las fotos de rigor y el avituallamiento, con el desánimo por
parte de los cafeteros, ya que como suele ser habitual, el bar estaba cerrado.
Allí estaban descansando un grupo de senderistas que nos invitaron, de manera
jocosa, a unas perrunillas para pasar el mal trago. Evidentemente no podíamos
aceptar tan suculento manjar, no estaba bien abusar de la bondad de otros
compañeros de ruta, y decidimos comer nuestra fruta y barritas que parece que
pasan mejor por los gaznates.
Recebado
de líquidos en la fuente del lugar, y nos ponemos en marcha, ahora para
descender. Con mucha precaución comenzamos el descenso, pero disfrutando, por
supuesto, de grandes velocidades de hasta 70 Km/h. Y más, porque no se podía
coger con las curvas y por el tráfico de coches del lugar. Pero vamos una
gozada. Si para la ascensión, se tarda en total, aproximadamente una hora, para
el descenso en 5 minutos estamos abajo. Como siempre, justo al finalizar el
descenso nos viene de cara la sorpresa ya conocida del rompepiernas peor de la
ruta. Un rampón de casi un 9% que te coge con las piernas frías y provoca un
cambio de ritmo que te caes con todo el equipo. Las cajas de cambios sonando por
que no te da tiempo a poner el desarrollo adecuado y te quedas clavado. Pasas
de ir a 55 ó 60 Km/h a 8 ó 10 Km/h y haciendo eses para poder sortearlo mejor.
Gracias a que no es muy larga, porque si no sería insoportable.
Esta
es la tónica general del regreso. Seguimos con los cambios de ritmo por culpa
de los toboganes, dirección Fuente de Cantos. Lo bueno, este año, ha sido que
ahora el viento nos favorecía, y nos empujaba ese poquito para poder superar
las rampas con más soltura. Aún así, las piernas ya estaban muy resentidas, y
los amagos de tirones y calambres iban aflorando.
Casi
llegando a Fuente de Cantos, Demetrio sufre un pinchazo. Parada que vale para
esperar a los más rezagados. Manolo Expósito, Antonio Núñez, Fernando Cordón,
Juan Chacón. Manolo nos dice, lo siento mucho pero no voy a parar, porque si me
paro no me vuelvo a montar, por lo que les comentamos que continúen ellos a su
ritmo mientras reparábamos el pinchazo, y así podían ir más tranquilos.
Una
vez reparado el pinchazo, nos ponemos de nuevo en camino. La carretera se
tornaba más asequible, no había tanto repecho y con el viento a favor
comenzamos a rodar de manera considerable. En esto que dice uno de los
compañeros invitados “Ceferino”, yo tiro para adelante que a las 14:00 tengo
que estar en Hornachos. Impuso un ritmo tal, que cuando quisimos darle caza fue
imposible. Rodábamos a 44 y 45 Km/h y a él se le veía cada vez más lejos.
Cuando la carretera picaba para arriba, se nos hacía más complicado mantener
esa velocidad. Para algunos las piernas ya no respondían y había que aminorar
la marcha.
Al final llegamos a las duchas a la hora prevista. Las 14:00 y Ceferino ya estaba montado en el coche con todo cargado y de regreso a su pueblo. Nosotros, con los deberes cumplidos nos dirigimos a las merecidas duchas.
A
comer nos quedamos 11 miembros de los 22 que participamos en la ruta. Como
miembros invitados, nos acompañaron Ceferino, Mero y Manolo Bueno, y disfrutamos
mucho como siempre, de su agradable compañía. Ellos siempre nos obligan a poner un
poquito más de esfuerzo a la ruta, haciéndola más dinámica.
El
encargado de la organización de la ruta
fue Manujo, y todo salió a pedir de boca, salvo las duchas del segundo
vestuario, que eran con agua fría y no veáis como nos espabilamos. Se nos
quitaron todas las tonterías. Las de agua caliente tampoco tenían desperdicio,
había que ir salpicándote por que te abrasabas vivo. En fin no sé qué sería
peor. Y la comida fue genial.
Con un broche culinario estupendo de postres caseros, en los que Mero, Nando, Manolo, hermanos Silva, Demetrio, Ceferino y los demás que se marcharon no pudieron degustar.
Ya sabéis, para la próxima os quedáis a comer. Echamos unas risas y nos divertimos constando las batallitas.
Con un broche culinario estupendo de postres caseros, en los que Mero, Nando, Manolo, hermanos Silva, Demetrio, Ceferino y los demás que se marcharon no pudieron degustar.
Ya sabéis, para la próxima os quedáis a comer. Echamos unas risas y nos divertimos constando las batallitas.
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