martes, 28 de febrero de 2017

Ruta 18. Badajoz, La Albuera, Entrines, La Corte, Alvarado, Talavera Badajoz. 85 Km.




Amanece nublado. El día pinta malo, y la decisión de salir a hacer unos kilómetros o no depende de unos pocos minutos. ¿Qué hago, me arriesgo a darme un chapuzón, o me quedo en casa amargado y arrepintiéndome todo el día de por qué no habré salido?. Al final tomo la decisión de arriesgarme y salir, y como yo otros doce compañeros de fatigas.
                Como siempre, la mayoría nos juntamos en el punto de encuentro habitual, y después de esperar los cinco minutitos de cortesía, nos ponemos en marcha.
               
Cogemos la carretera de Sevilla, y justo a la altura de la gasolinera Galp, a la salida de Badajoz, nos estaban esperando 4 unidades más.
En principio, el poco aire que soplaba nos daba a favor, por lo que se rodaba muy cómodamente. Aún así, y a diferencia de la jornada anterior, comenzamos muy tranquilos, de tertulia con los amigos y sin muchas ganas de darnos caña. ¿Sería porque nos olíamos que el viento nos iba  a dar bien al regreso?. Posiblemente. Debido al ritmo tranquilo inicial, dos compañeros de los que nos estaban esperando, Nando y otro amigo, que no tengo el placer de conocer, deciden aprovechar el aire a favor, y optan por  irse por su cuenta.
Pasamos por el cruce de La Albuera, y parece que estamos un poco más organizados manteniendo una velocidad más adecuada. Culpa del aumento de la velocidad, en gran parte es por el trabajo realizado por Ángel Masero. Y es que cada vez que nos acompaña revuelve el charco, dándole vidilla al club. Aunque hay veces que hay que pararle los pies. Desde que lleva haciendo su pretemporada por tierras lusitanas, no hay quien le moje la oreja.
Llegamos al cruce de los Entrines. Giramos a la izquierda, y la alegría del viento a favor cambió. Ahora nos da de costado, y aunque todavía no es muy fuerte, la tendencia era a ir aumentando con el paso de las horas. No obstante, y aunque el viento ha cambiado, mantenemos el mismo ritmo que llevábamos hasta entonces. Cada uno pone su granito de arena apareciendo por las posiciones de cabeza para dar descanso a los demás compañeros con sus relevos.
Por fin llegamos a la localidad de Corte de Peleas. Lugar de avituallamiento, y que nos trae malos recuerdos por la caída sufrida hace dos temporadas por nuestro presidente Antonio Núñez, la cual le costó todo un año de recuperación, por su lesión en la cadera y cabeza del fémur, por lo que  tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. Gracias a Dios eso ya es agua pasada, pero nos vale para recordar, que toda prudencia es poca, y Antonio no es precisamente de los imprudentes, pero una mala trazada al afrontar un resalto de velocidad mal señalizado le llevó a dar con los huesos en el suelo. Nunca mejor dicho. Y no es que fuera muy rápido, al contrario, iba casi parado. Pero dicen que las caídas a poca velocidad, muchas veces son más peligrosas que cuando vas más rápido.
15 minutillos de cambio de líquidos y petroleados, y continuamos con la ruta. Ya quedaban menos kilómetros, pero iban a se los más duros, porque el viento seguía en aumento.
Giramos en el cruce de Alvarado dirección a Talavera, para sorpresa de Manolo Expósito, que pensaba que ya íbamos directos por la carretera de Alvarado hasta Badajoz. No siendo así.
De nuevo Ángel Masero junto con Benito Parra, recorrieron bastantes kilómetros en cabeza para ir marcando el ritmo y para cortar el viento al resto del pelotón. Los demás empezamos a colaborar como podíamos dando los relevos oportunos. Paco Vila, Pepe Higinio, Miguel y el que suscribe íbamos pasando cada cierta distancia para quitar el aire.
Llegamos a Talavera, y decidimos ir por el canal. Sebas se puso en cabeza para colaborar. También Fernando Nacarino, hermanos Silva y demás unidades. Poco a poco iban pasando los kilómetros, pero ahora sí que llevábamos el viento en contra.
Afrontábamos las rotondas de entrada a Badajoz, cuando eran aproximadamente las 13:10, y cuando pasamos a la altura de San Roque, el olor de sardinas asadas procedente del entierro de la sardina, la cual pone punto y final al carnaval, era palpable. Teniendo en cuenta el desgaste que llevábamos, con dicho olor se nos abrió el apetito, pero ya estábamos deseando llegar a casa, para ducha, comida y pasar la tarde en el sofá con las piernas en alto y el mando de la tv en el pecho.
Jornada un poco más dura que otras por mediación del viento, pero tranquila y sin incidentes. Ya esperando al próximo fin de semana, y esperar que el tiempo nos acompañe y nos respete. Hasta entonces feliz semana a todos y hasta la próxima ruta.

Texto y fotografía: Luis Carlos Sánchez.

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